Lo más importante es decidir con qué nivel de riesgo te encuentras cómodo.
Recuerda que no se trata de fijarse en cuánto ha subido o bajado tu inversión durante los últimos meses o años, sino cuánto va a valer dentro de 10, 15 o 25 años. Si quieres conseguir tasas de crecimiento exponenciales necesitas tolerar cierto riesgo de inversión.
Este riesgo puedes gestionarlo a través de la diversificación.
La diversificación otorga mayor potencial de crecimiento, ya que tu cartera no depende de que una única empresa, fondo o sector lo haga bien. La diversificación es una estrategia de inversión que tiene como objetivo minimizar el riesgo y maximizar las oportunidades de rendimiento.
La diversificación puede conseguirse:
- Por clases de activos: la forma más simple de diversificación es distribuir el capital entre acciones (una cartera de 30-40 acciones se considera la forma más rentable de obtener los beneficios de la diversificación), bonos, efectivo e inmuebles.
- Por países: evitas vincular tu inversión a la suerte de un único mercado.
- Por sectores económicos: invierte en una variedad de sectores como energía, servicios financieros, industria, salud, etc.
- Por estilos de inversión: crea un equilibrio entre los fondos que se concentran en las acciones de estilo «crecimiento» -que ofrecen las empresas en expansión- y los que invierten en acciones de estilo «valor» -aquellas cuyo potencial todavía no ha sido reconocido por el mercado y por tanto están a un precio inferior al que deberían-.
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